Bee Gees, el don y la condena de hacer música en familia

Amazon Prime, Google Play y Apple TV estrenan el documental definitivo sobre el trío, «How can you mend a broken heart»

Los Bee Gees ABC

Nacho Serrano

Los Bee Gees se lo deben todo a Eric Clapton. El momento en que el bluesman aconsejó al trío australiano que se fuera a vivir a Miami, para reorientar su carrera en los estudios Criteria en 1975, es uno de los minutos de ... oro de «How can you mend a broken heart» , primer y definitivo documental sobre el grupo. Dirigido por el cineasta y productor nominado a los Oscar Frank Marshall («El curioso caso de Benjamin Button», «Seabiscuit, más allá de la leyenda», «Jurassic World Dominion»), el largometraje repasa la vida y obra de una banda que grabó más de mil canciones, firmó veinte números uno y vendió 220 millones de discos. Los hermanos Barry, Robin y Maurice Gibb fueron, probablemente, el mayor fenómeno fan de finales de los años setenta. Los reyes de la música Disco. Convertirse en un producto de temporada fue también su perdición.

El mayor interés de este documental, como el de casi todos los que glosan la vida de una estrella de la música, está en los pasos previos a la fama. «How can you mend a broken heart» muestra primero a una boy band de pop ligero, con una impagable secuencia de una actuación televisiva en la que Robin se revela como un intérprete espectacular.

Especialmente sugerente es la parte que se sumerge en la etapa beat del grupo a mediados de los sesenta, donde sin duda se merecieron mayor reconocimiento. Tampoco es que les fuera mal. Habían firmado con el manager Robert Stigwood por recomendación del mismísimo Robert Epstein, y tenían canciones que seguro hicieron arquear la ceja a iconos del movimiento como los Beatles o los Small Faces. Pero no consiguieron alzarse como un referente de la escena y acabaron cambiando de dirección.

La canción «(The Lights Went Out In) Massachusetts» fue su primer número uno, en 1968. Y es ahí donde el documental sitúa el comienzo de las hostilidades entre Barry y Robin. Los dos querían llevar la voz cantante, y Stigwood impuso un reparto de protagonismo para que ninguno tuviera más que el otro. Esta lucha de egos da pie a las intervenciones externas más jugosas del filme, especialmente la de Noel Gallagher (también aparecen Mark Ronson, Lulu, Nick Jonas, Chris Martin o Justin Timberlake), que hace una honesta analogía con sus tiempos en Oasis: «Hacer música con tu familia te da un gran poder, pero también genera una gran debilidad cuando llegas a la cima».

La marcha de Robin del grupo, en 1969, se analiza en el documental desde una interesante perspectiva emocional. Barry reconoce que durante meses no se interesó por qué hacía su hermano ni dónde estaba. Maurice asume su papel de estar «siempre en medio de los dos» con resignación, diciendo: «Es la historia de mi vida». Y en el fondo, fue él quien los mantuvo unidos.

La ruptura duró un año y medio. A principios de los setenta viraron hacia el country y la balada romántica, haciendo gala de una enorme versatilidad que los convirtió en estrellas incipientes. Empezaron a vender millones de copias con singles como «Lonely Days» o «How Can You Mend a Broken Heart», su primer número uno en Estados Unidos, y durante un par de años las cosas no pudieron irles mejor. Pero tal como muestra la rigurosa obra de Frank Marshall, hacia 1974 se produjo un cambio de paradigma en el panorama pop, que coincidió con la bajada de los hermanos al infierno de las drogas. De pronto llegó un momento en que no podían «dar lo mejor en el escenario» sin ellas, tal como confiesa Barry en la película.

Es entonces cuando Clapton, otro representado de Stigwood, entró en escena para recomendarles que se marcharan a vivir a Miami, que alquilaran una casa para vivir juntos y componer canciones nuevas, y que las grabaran en el mejor estudio de la ciudad, Criteria. Allí comienzan a trabajar con el productor Arif Mardin, que les sugiere dejarse de orquestaciones y buscar una sonido de banda. Así es como surge la primera canción de la etapa dorada de los Bee Gees, «Jive Talkin'», con la que alcanzaron una popularidad tremenda en Estados Unidos. Pero aún les faltaba algo. Un ingrediente secreto. El falsete. El documental insinúa que fue idea del propio Mardin, pero los hermanos también aseguran que siempre habían sido fans de Delfonics, maestros de esa herramienta vocal.

A partir de ahí, la película evidencia que los Bee Gees cambiaron su manera de componer para convertir el falsete en su marca de la casa, haciéndolo sonar en sus gargantas casi como si fuera una sección de viento. Así nació su primer gran hit Disco, «You should be dancing».

El tramo final de «How Can You Mend a Broken Heart» se centra en la etapa por todos conocida, la que culmina en la banda sonora de «Fiebre del sábado noche» y el estrellato mundial de los hermanos Gibb. Pero también, y esto es mucho más interesante, en el declive de la moda Disco que los arrastró hacia el ostracismo. El documental recupera imágenes del movimiento «Fuck Disco», que impulsó el locutor rockero Steve Dahl y que acabó con una gran quema de vinilos en un estadio de fútbol, y demuestra que aquello afectó de verdad a los Bee Gees con un emotivo fragmento de entrevista en el que Barry, muy cabreado, lanza el augurio de su propio fin como banda de éxito mientras mira a cámara: «Es como si ya no se le permitiese a los Bee Gees tener otro hit. Nos gustaría poder seguir existiendo en los ochenta, por favor, ¿podéis dejarnos seguir existiendo en los ochenta?».

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